sábado, 31 de mayo de 2008

EDITORIAL

Reductores de tránsito que jamás debieron haberse eliminado


Los reductores de tránsito o «lomos de burro», no concitan de manera alguna el apoyo de los conductores, que los ven como un modesto obstáculo que si bien obliga a reducir drásticamente la velocidad, puede ocasionar roturas en los vehículos y hasta accidentes cuando los conductores se los llevan por delante. «Es un mal necesario», dicen muchos, y en verdad pareciera serlo. Gracias a esos reductores se limita la velocidad en los accesos y lugares donde con frecuencia los automovilistas y hasta camioneros o conductores de micros aceleran peligrosamente, poniendo en riesgo la vida de las personas. Durante una anterior gestión comunal fueron colocados reductores de velocidad de un material duro, aplicados sobre la cinta asfáltica (no de mampostería como los «lomos de burro» convencionales) en distintos lugares de la ciudad que se consideraban críticos por su alto tránsito y la velocidad conque circulaban los conductores. El intendente que lo sucedió tenía otra visión sobre el particular, por lo que resolvió sacarlos, dejando libre la circulación. Un par de esos reductores habían sido colocados acertadamente en la prolongación de la Avda. San Martín ( al comenzar la ruta Loewenthal ), dado que frente a dicho sector se encuentra el CEF Nº 11, una institución educativa a la que concurren miles de niños y adolescentes, los que llegan desde todos los sectores de la ciudad y cruzan con frecuencia la avenida, encon-trándose con automóviles, camionetas y camiones que arriban a la ciudad desde la zona norte y por lo general velozmente. No todos reducen allí la velocidad, por lo que dicha zona está sumamente expuesta a accidentes, que en rigor ya los ha habido en repetidas oportunidades y de extrema gravedad.

Colocar en dicha zona un par de reductores de velocidad, la convertirá en más segura para la gran cantidad de niños y jóvenes que arriban a dicha institución, sea a pie o en distintos medios de locomoción.