EL IMPORTANTE
al vez por imperio de la casualidad, en los últimos meses hemos debido ocuparnos de un par de situaciones referidas a dos importantes instituciones de nuestro medio, el Club Atlético Carlos Casares, y el Club Sportivo Huracán. Larga sería la enumeración de los hechos que jalonaron la gloriosa trayectoria de ambas instituciones, especialmente en la faz deportiva, como formadores de una niñez y juventud sanas, que gracias a la práctica deportiva se han visto alejados de diversos males como el sedentarismo, la vagancia, el alcoholismo o la droga, logrando en cambio hacer un culto de la amistad y el compañerismo, la contracción al estudio y el logro de importantes metas en el campo profesional y laboral. No son los clubes generadores de malos ejemplos, muy por el contrario, fomentan la interrelación de las personas que a ellos concurren, sea a través de la actividad grupal para entretenimiento y regocijo personal, o en la concreción de trabajos comunitarios en beneficio de la comunidad. Pero, vemos con preocupación que en los tiempos que corren, en los que la faz económica juega un rol fundamental, los clubes no están pasando por un buen momento. Con una escasa masa societaria, pocos recursos y demasiados gastos, se debaten en la disyuntiva de reconvertirse y buscar formas de financiamiento que tal vez vayan a contrapelo de sus postulados, como el alquiler o venta de bienes inmuebles, participación en proyectos inmobiliarios, organización de rifas o kermesses, y cuanta idea sea potable para recaudar fondos, incluso algunas que orillan la ilegalidad, o al menos configuran infracciones a normas legales vigentes.
La verdadera solución estaría en recrear nuevamente la costumbre de hacer del club el lugar ideal para la concurrencia de niños y jóvenes, y encontrar en el deporte y en la camaradería la auténtica motivación para ocupar sus horas libres. Generar nuevos espacios para poblar sus instalaciones e idear nuevas formas de atracción que lleven a multiplicar la cantidad de socios retornando así a la forma más genuina de financiación. Sabemos que no es tarea fácil, se requiere mucho trabajo y una visión moderna que aggiorne a los clubes al ritmo de los tiempos. Si es necesario que incoporen computadoras, que fomenten la gimnasia, que incursionen en la práctica de nuevos deportes, que contemplen todo lo nuevo y positivo, lo que hoy prefieren los niños y los jóvenes.
«Volvamos al club» podría ser el slogan, o cualquier otro. Lo importante es rescatar todo lo bueno, la cultura del club, un ámbito que contiene, forma y educa. Donde las horas de ocio y esparcimiento tienen sentido.