sábado, 6 de septiembre de 2008

EDITORIAL

LOS DERECHOS DE LA FE

Vamos a hablar de la Iglesia Católica, pero bien podríamos hacerlo de cualquier credo, ya que nos referiremos a la fe. No es la idea filosofar o teologizar, simplemente expresar en esta columna de opinión, un pensamiento, el que tiene que ver con los derechos de la fe.

Nos bautizan por lo general al nacer o poco tiempo después, más tarde cuando se presume que tenemos «uso de conciencia» nos imparten la comunión, y a partir de allí profesamos la fe, sin cuestionamientos ni dudas, como una verdad absoluta. Algunos lo hacemos en calidad de practicantes, cumpliendo con los mandatos de concurrir a misa y el resto de los preceptos de la iglesia. Otros refugian su fe en la privacidad de su hogar o de sus actos pero no dejan de ser creyentes.

Nuestra calidad de fieles, que nos hacen seguir a pie juntillas los mandatos de nuestra religión, implican entrega y sumisión, pero aún así tenemos derecho al perdón, y a recibir cada uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo. Es más, debemos recibirlos como una obligación de buenos cristianos.

¿Puede algún sacerdote negarse a suministrar un sacramento o a no permitirnos cumplir con un precepto?. Creemos que no, pero si nos atenemos a una situación que se presentara en estos días en la localidad de Bellocq, pareciera que la falta de voluntad del cura de la parroquia de Pehuajó, designado para impartir los oficios religiosos en Bellocq, no hace posible que un matrimonio de ese pueblo, pronto a cumplir su 50 aniversario como tal, pueda celebrar ese acontecimiento con una misa. Al respecto nos dice la Presidenta de la Comisión Pro-Templo de Bellocq, que dicho matrimonio, de apellido Marichelar, se entrevistó con el cura de Pehuajó a fin de comunicarle que el próximo domingo 14 del corriente celebra sus Bodas de Oro, y que por lo tanto querían que a manera de celebración el sacerdote oficie la misa en acción de gracias por esa fructífera vida que han caminado juntos. La negativa, pese a la insistencia del matrimonio aludido habría sido total. El derecho que les da la fe se ve conculcado por una negativa que pareciera ser caprichosa, si nos atenemos a los antecedentes registrados en los últimos días con motivo de la visita de un cura pehuajense a Bellocq.

Quizás lo relatado pueda ser anecdótico o mostrar una faceta que no se condice con el comportamiento que debe observar un buen cristiano. Pero, también hemos visto a su santidad el papa Benedicto XVI, pedir perdón por el comportamiento de los curas de su iglesia, lo que evidencia que algunos merecen ser censurados, y hasta perdonados, como seres humanos que son. Tal vez en el caso aludido más que la censura o el perdón corresponda hacer uso de la razón, y respetar los deseos de los fieles, cuando estos son los de un buen cristiano y el satisfacerlos no implica inconvenientes insalvables.