miércoles, 17 de septiembre de 2008

FALLECIÓ ENRIQUE CEQUEIRA


Falleció a los 82 años uno de los personajes populares de nuestra ciudad.

Los títulos nobiliarios se heredan de generación en generación; los títulos profesionales se alcanzan a través del estudio y la dedicación; los títulos de la vida se logran con un desempeño recto, sin apartarse de los cánones que marcan la sociedad y las buenas costumbres, sin claudicaciones, sin concesiones, siempre con la frente en alto. Por eso para ser «señor» no hacen falta ni títulos ni riquezas, hay que tener las virtudes necesarias para ello.

Enrique Cequeira se había graduado en la universidad de la vida de buen tipo y durante más de 80 años lo justificó con su accionar y lo rectificó con sus ejemplos. Tal vez no fuera una luminaria en las actividades que desempeñara, pero la honestidad y la humildad con que se brindara en cada una de ellas lo hicieron un destacado.

Fue futbolista, árbitro de fútbol, bailarín y cantor, ordenanza de la Municipalidad por muchos años, encargado de portería en el edificio de departamentos de la esquina de Monseñor D´Andrea y San Martín, el último tiempo y padre de familia durante toda la vida, y en cada actividad dejó el sello de su personalidad.

Y también nos dejó un sinnúmero de anécdotas que se han vuelto recuerdo y que lo perdurarán en el tiempo.

Y ese «Negro» querido, que como Roberto Carlos tenía un millón de amigos, estará en muchas de la conversaciones de los casarenses, cuando recuerden cosas de un tiempo que lo tuvo como protagonista. Ese «Negro» que cuando alguien, como parte de una broma, le decía «borracho», «delincuente» o alguno de esos epítetos nacidos de alguna broma (ya que no tenía enemigos) contestaba con una sonrisa y un «bien y Ud.» que ha quedado como emblema. O cuando en oportunidad de las inundaciones de l973, cuando quedara bajo las aguas su casa del Barrio del Carmen y fuera destinado a los famosos vagones donde se ubicaran a muchos casarenses. A Cequeira lo destinaron a un vagón comedor, con todos los lujos y le gustó vivir en él, a tal punto que cuando se volvió a la normalidad, decía, con su reconocido sentido del humor, «quiero seguir viviendo aquí, con todos los lujos...»

Así, con sencillez, caminando por el sendero derecho, sin renegar de su condición social, apoyando siempre a todos sus hijos, pero mirando con ojos de padre orgulloso a Jorge y Horacio y a su nieto Alberto, que llenaron de laureles deportivos su vida, fue transcurriendo su existencia.

Hasta que el 12 de setiembre, el sol que alumbró su vida, se volvió oscuridad total y el bueno de Enrique «el Negro» Cequeira emprendió el camino que para muchos puede no tener retorno pero que para él será un constante ida y vuelta, porque nunca abandonará el camino de nuestras nostalgias.

Enrique «Negro» Cequeira se fue sólo físicamente, porque con sus anécdotas, con sus recuerdos, con sus ejemplos, estará siempre con nosotros.