miércoles, 29 de abril de 2009

EDITORIAL

POLÍTICA SIN POLÍTICOS

Hemos escuchado en los últimos días de boca de algunos dirigentes una propuesta por demás curiosa: conformar listas de candidatos a cargos electivos con vecinos que no hayan estado en la política. La lectura simple a esa frase permitiría suponer que la filosofía de ese pensamiento es desechar a los políticos, despreciar sus antecedentes e ignorar su experiencia, ya sea en los escaños legislativos o en la gestión ejecutiva. Todo aquel que haya actuado en política, sea en el lugar que fuere, quedaría, a la luz de esa pensamiento, inhabilitado para pretender incorporarse. En su lugar debe ubicarse a gente que reemplace con buenas intenciones y vocación comunitaria a la experiencia en la gestión pública y el ejercicio de la política.
Tal pensamiento encierra sin duda una suma de prejuicios que confunden por la generalización que se hace de la política. Como si quienes arriban vírgenes a la práctica de esa noble ciencia, fueran el reaseguro de una limpieza integral que depure por completo la política.
Aceptemos que hay malos políticos y buenos políticos. Hombres y mujeres con vocación de cambio y progreso, y advenedizos que llegan a la política con ambiciones desmedidas, sin límites éticos y conductas ruines y despreciables. Los hay en la política y en todos los sectores. Son la cara y seca de la vida.
Es deseable sí que se incorporen a la política ciudadanos con vocación de servicio, capaces de anteponer los intereses del país a los suyos propios, y decididos a forjar una nueva política, expulsando con la firmeza de su convicción a esa pústula que la ha desprestigiado. «Que me sigan los buenos» clamaba un cómico personaje televisivo, y esa es la idea. Lograr que la suma de los buenos ocupe cada lugar de la práctica política. Buscando la depuración natural que produce la incorporación de políticos noveles, pero jamás renegando de la política, y de los buenos políticos, porque es la base de la organización de los pueblos, que sin la política no podrían subsistir.
Pretender política sin políticos no tiene sentido. Tal vez quienes expresan esa idea quieran decir otra cosa, lo que en el fondo encierra un pensamiento político. Muy equivocado por cierto.