miércoles, 12 de agosto de 2009

EDITORIAL

EL "YUYITO" DE LAS CONTRADICCIONES

Nunca en la historia de la Argentina, a pesar de que se nos dijo que éramos «el granero del mundo», el campo tuvo la notoriedad de los últimos tiempos en la era de los Kirchner. La política errática del gobierno con relación al campo, las tan mentadas retenciones a la soja y el descontento de una buena porción del país con el estilo del matrimonio gobernante, hizo que el campo contara con la solidaridad de vastos sectores de la vida nacional, conviertiéndose la crisis del campo y el gobierno en una causa nacional, cuyo epílogo se pudo apreciar en las ultimas elecciones del 28 de junio, en las que el partido del gobierno recibió un demoledor revés en comparación con aquellas elecciones que determinaron la asunción de Cristina Fernández de Kirchner como Presidenta de la Nación.
La soja, ese «yuyito» como la llamó la presidenta, es motivo también de fuertes contradicciones. Resulta que Casares, y como Casares cientos de comunas del país, realizan obras de infraestructura y mejoran sus economías gracias al reparto que realiza el gobierno con lo recaudado por las retenciones a la soja. Si eso no es una contradicción...
Carlos Casares es una comunidad esencialmente agropecuaria, y como tal estuvo al pie del cañón en los piquetes, actos y cuanta manifestación se hizo en apoyo del agro y en protesta por la intransigente posición del gobierno al no escuchar los reclamos del sector. Y sin embargo, Casares se beneficia ahora con la recaudación de esos impuestos, a los que incluso se opuso en forma institucional, con decenas de declaraciones emanadas tanto del departamento ejecutivo como del deliberativo, en franco repudio a esas elevadas retenciones, que se consideraban y se consideran abusivas y confiscatorias.
Como la dádiva política que se da a los ciudadanos en tiempos de elecciones, las comunas agarran todo, pero no asumen ningún compromiso. Tal vez estén lejos de la ética que debe imperar en quienes asumen posiciones que presumen justas y por lo tanto son irreductibles, pero como lo que impera es la lógica política, bienvenida sea cualquier platita, que si no ingresa en las arcas locales se irá hacia otro lado, y eso a nadie le conviene.
Cuando bajen las retenciones, que deben ser reducidas, las comunas dejarán de percibir los montos que actualmente perciben. Es de esperar que esas masas de dinero revitalicen no sólo al agro sino también a la industria y al comercio, generando consumo y empleo.
Pero quedará en la historia la lucha acaso social, y también las controversias que generó ese yuyito que tantas divisas aporta y que es pura riqueza nacional.