sábado, 30 de enero de 2010

¡ERA COMO VERLO!

Entre los argentinos varados en Machu Pichu, hay un casarense

Se trata del Arq. Rodolfo Giró, radicado en esta ciudad, emparentado a la familia Sardá, quien fue con un grupo de argentinos a recorrer el camino del Inca y los sorprendió el alud que se llevó la vida de una turista argentina. EL OESTE habló ayer con él en momentos en que se embarcaba en Cuzco rumbo a Lima, para regresar en un avión del gobierno argentino a Buenos Aires. Interesante relato.
Siempre que ocurre algún hecho espectacular o conmocionante hay un casarense, ya sea entre las víctimas o los protagonistas. El vecino de esta ciudad, Arq. Rodolfo Giró, viajó días pasados hacia Perú con una amiga para recorrer el famoso Camino del Inca y visitar las ruinas de Machu Pichu cuando fue sorprendido junto a otros 500 turistas argentinos, por el terrible alud de agua y barro que cortó las comunicaciones ferroviarias, único medio para acceder a la zona. La tormenta más grande de los últimos 15 años los dejó varados en la localidad peruana de Aguas Calientes, cercana al histórico Machu Pichu, en un escenario que solo los que lo han vivido pueden relatarlo.

CON RODOLFO GIRÓ

Precisamente en el día de ayer entablamos una conversación telefónica con el Arq. Giró, cuando se encontraba en el aeropuerto de Cuzco, justo en el momento en que se aprestaba a abordar un avión para Lima, desde donde regresaría a Buenos Aires. El dialogo mantenido con Giró fue el siguiente:
«Fue bastante complicada la situación, hubo muchas situaciones de discriminación, realmente la desorganización fue total y absoluta, hasta que unos chicos argentinos de unos 20 a 24 años tomaron la conducción de la cosa y a partir de ahí las cosas fueron mejor.
Hubo situaciones de privilegio para los turistas extranjeros y una actuación muy responsable del gobierno argentino que, independientemente de la posición que uno tenga, hay que reconocer que en todo momento nos sentimos apoyados, las cosas se hicieron muy responsablemente y en este momento nos están sacando a todos. Ahora estoy en el Aeropuerto de Cuzco a punto de salir para Lima. Y en Lima hay un Focker que nos va a trasladar a Buenos Aires, adonde esperamos llegar a las 20 hs. (por anoche) Hace como 20 días yo salí de la Argentina y llegué justo cuando se estropeó el servicio de trenes en Aguas Calientes. El alud ocurrió a unos 30 km. de donde estaba yo estaba, en el pueblo, abajo. Ahora estamos bien, salvo un compañero que tuvo una fractura y la chica argentina que falleció, situación que me imagino será por todos conocida. Además se registró también la muerte heroica de un guía, que dejó la vida por salvar a unos turistas canadienses.
Se armaron carpas en las plazas y otros dormían en la calle bajo la lluvia, nosotros no teníamos agua ni comida, los precios aumentaron en forma desorbitante, algunos podían pagarlos y otros no, como era nuestro caso. Teníamos que arreglarnos con lo que nos daban, una dádiva digamos…»
Nos decía a su vez Giró que muchos turistas quedaron varados a mitad de camino y suplicaban que vayan a rescatarlos. Que los ríos estaban enfurecidos, con olas como las del mar, muchas rutas cortadas, puentes derribados...

OTRO CASARENSE TAMBIÉN ESTABA
EN EL LUGAR
Se trata de Ariel Bessega, quien viajó con su esposa Tamara Schwartzbert a Machu Pichu, pero alcanzó a salir en el último tren que pasó antes del alud. Sus padres Roberto Bessega y su esposa Noly Larraona nos contaban las peripecias del viaje de su hijo. «Ellos alcanzaron a hacer el trayecto en el tren, el último viaje antes del alud, que partió de Aguas Calientes a las 5 hs.. Les habían avisado que duerman vestidos porque podía desatarse una tormenta durante la noche. Se levantaron temprano y alcanzaron a tomar ese tren. Pero al llegar a la primera estación de Ollatambo cancelaron el tren por la lluvia y derrumbes. En el transcurso del viaje vieron imágenes de terror, derrumbes, piedras que caían, animales ahogados, a gente carneando las ovejas muertas, chozas llevadas por la correntada. El tren pasaba con el agua a ras de las escaleras. Para salir de allí pudieron tomar un micro que tardó un día y medio en llegar, en medio del barro y el agua, por momentos a la par, mojados, sin baños, pero en un momento tuvieron que parar y pasar la noche allí, con todos los abrigos puestos ya que hacía un frío intenso. Luego siguieron hasta el lago Titicaca pero la última canoa había salido, por lo que debieron esperar otro día para llegar a la frontera, donde no los querían dejar pasar. Tras algunas negociaciones los dejaron y pudieron llegar a La Paz (Bolivia). Fue una odisea, pero al menos no quedaron varados como los restantes argentinos. Ariel nos cuenta que llevaba en el bolsillo de su pantalón una medallita de la Virgen de Luján, a la cual se encomendaba en todo momento. Está convencido que ella los ayudó, y apenas lleguen a Buenos Aires irán a Luján a agradecer».