sábado, 10 de abril de 2010

FALLECIMIENTO


ABEL JOSÉ "LITO" AGUIRRE
Falleció el viernes 2 de abril de 2010, a los 75 años de edad.
La vida es un río, a veces caudaloso, a veces tranquilo, que va serpenteando por el terreno del destino en procura del mar de la paz eterna. Y en su recorrido, va dejando en sus márgenes infinitas muestras de su paso, que llamamos recuerdos y que dan fertilidad al espacio del cariño que nos perdurará en el sideral tiempo de la partida.
Y en eso de ser río y recorrer los valles de la existencia, transcurre un tiempo que llaman edad y un caudal que llaman amistad y que nos permite recoger, durante nuestro paso por dicho sendero o en nuestra desembocadura en el mar de la eternidad, el rico limo de nuestra propia historia personal.
Esos sedimentos de penas y alegrías, de risas y lágrimas, de amores y desamores, van formando deltas de gloria o meandros de dolorosos recuerdos.
En el caso de Abel José Aguirre, el entrañable Lito de todos los días, la vida fue un gran delta de gloria que alfombrara su trayectoria.
Fue empleado del Consejo Escolar por años, soportando alguna vez, por causas de sus pensamientos y convicciones políticas, algún alto en su trayecto. Desde el puesto de Secretario Administrativo, fue un ejemplo de responsabilidad y dedicación, hasta llegar un día a la merecida jubilación. Pero de allí se llevó para todos los días, la amistad de un colega, Gabriel Daguerre, con el que solía recorrer las calles de nuestra ciudad en amigable plática.
Casado con Mercedes Asunción Písula, su compañera de toda la vida, fue padres de dos hijas, Anahí y Laura, que endulzaron los años de su otoño con la calidez del amor de los nietos.
Con otro de sus amigos inseparables, Sacido, formó una conocida sociedad que se dedicaba a la venta de implementos agrícolas y se los solía ver siempre juntos por las calles de nuestra ciudad.
Siempre se dedicó a atender su campo, propiedad que heredara de su padre y que ocupara sus horas de jubilado, luego de que pasara a integrar el conjunto de los eméritos.
El tiempo transcurrió, y aquel muchacho grande, porque esa era la imagen del bueno de Lito Aguirre, fue sumando recorrido en su río de la vida. Tenía 75 años, que llevaba con la tranquila paz de los buenos de espíritu y con el sosiego del que no tiene deudas con sus semejantes hasta que el viernes 2 de abril, la muerte, con tranquilidad y sin sufrimientos, lo cobijó en sus brazos.
Todos los viernes, desde hacía muchos años, con sus amigos, Gabriel Daguerre y «Pasito» Díaz, principalmente, solían ir a cenar en esas redondas noches de amigos. Pero ese viernes le comunicó al Negro Daguerre que no iría puesto que «ando un tanto descompuesto del hígado». Pero ese malestar que no le permitió ir a cenar con sus amigos se hizo más notorio y, acompañado por su esposa Mercedes, fue hasta el Hospital Municipal, para que le hagan un control. En el momento en que estaban realizando esta tarea, su corazón de muchacho bueno encontró su mar de la paz eterna y hacia allí se dirigió, alejando al querido Lito para siempre del recorrido del río de la vida.
El sábado 3 a las 16 horas, en el Cementerio Municipal, previo responso religioso rezado en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, el acto de su velatorio y de la inhumación de sus restos, fueron la elocuente muestra del enorme dolor que provocara la inesperada partida de Abel José «Lito» Aguirre.