sábado, 12 de febrero de 2011

EDITORIAL

ASUSTA Y ALARMA LA GRAN CANTIDAD DE ACCIDENTES QUE REGISTRA LA CRÓNICA DIARIA

No pasa edición sin que debamos dar cuenta de accidentes de tránsito cuyos protagonistas y víctimas son casarenses, algunos de gravedad y otros lamentablemente trágicos. Preciosas vidas que pagan tributo a la imprudencia de unos y de otros, y también a situaciones fortuitas que no pueden preverse pero que ciertamente ocurren con frecuencia. Es así que vecinos conocidos, otros no tanto, forman parte de la crónica policial, viendo tronchadas sus vidas en plenitud, dejando tras de sí una estela de dolor y llanto en situaciones que ya no tienen solución.

Es poco lo que se puede decir, como no sea recalcar que la prudencia y el cumplimiento de las normas de tránsito vigente son fundamentales para evitar estas desgracias que se producen cada vez con mayor asiduidad.

Es recomendable por lo tanto conducir a velocidades moderadas, en horas del día, con buena visibilidad, poniendo atención en el movimiento de la ruta, evitando en forma terminante el uso de los teléfonos celulares y en lo posible no tomar mate, algo tan usual, ya que la más mínima distracción puede ser causal de un accidente.

No tomar bebidas alcohólicas cuando se viaja, sin excepción alguna. El alcohol es un arma mortal para quienes manejan. Se pierden los reflejos, la capacidad de atención, es muy fácil dormirse.

Las estadísticas se miden por accidentes fatales, se dice que estos alcanzan los índices más altos en las causales de muerte en nuestro país. Y no es una exageración, la ruta suele matar más que las enfermedades.

Seguramente una gran parte de los lectores que manejan en ruta y leen estas líneas, estiman que están escritas para los otros, que ellos están exceptuados porque manejan bien, porque hasta el momento no han tenido accidentes graves, y porque creen cumplir con todos los requisitos para evitarlos.

¿Es así?, tal vez una revisión prolija de sus conductas descubra que más de una vez por un sobrepaso indebido, una distracción, y hasta un «cabezazo» fruto del cansancio, han estado a punto de ingresar en esa estadística tan temida.

Reflexionemos, no seamos mezquinos en las previsiones y seguramente cada viaje que emprendamos tendrá un regreso feliz. Hurgando en nuestros archivos de hace varias décadas, encontramos con que a la ruta 5 ya la habíamos bautizado como la «ruta maldita». ¿Cómo deberíamos llamarla ahora?.