miércoles, 30 de marzo de 2011

editorial

ASÍ NO

El bloqueo a las plantas de Clarín y La Nación, aunque se deba a cuestiones gremiales, termina siendo un ataque a la libertad de prensa.

Si se calla la voz de la prensa se ponen en riesgo el resto de las libertades. Si el derecho a expresarse queda conculcado por un piquete gremial, si el gobierno mira hacia un costado y no interviene, el resto de los derechos corren el peligro de ser avasallados por el imperativo de la fuerza. Y cuando en un país la fuerza de un sector predomina por sobre la libertad, y desde el gobierno se desoye la voz de la justicia, permitiendo que se vulnere, como en este caso, el derecho a informarse, se afecta a todas las instituciones de la república.

El bloqueo a las plantas impresoras de los diarios Clarín y La Nación, que impidió la salida de la edición dominical del primero y retrasó considerablemente la del segundo, ha merecido la condena de amplios sectores de la vida nacional, incluidos aliados del propio gobierno, aquellos que aún en sintonía con el mismo, se han pronunciado en contra de la medida, condenando sus efectos y lamentando sus consecuencias.

As’ no. Impedir la salida de un medio periodístico es ponerle una mordaza a la libertad de expresarse. Podrá decirse que el motivo es gremial, que a las personas afectadas por tal o cual medida de la empresa tienen derecho a protestar, pero los fallos de la justicia ante episodios similares considerando ilegal este tipo de bloqueos, no pueden ignorarse.

Ya hemos vivido en este país lamentables episodios que cercenaron la libertad de prensa. El Oeste lo padeció en carne propia y en varias oportunidades. Sea cuando se nos quitó el suministro de papel intentando impedir la salida de nuestras ediciones, las que igualmente ganaron la calle impresas en papel madera o de envolver, en colores, o cuando fuimos perseguidos y hasta encarcelados por los gobiernos militares de turno. Vaya si sabremos hasta dónde llegan los gobiernos cuando desean matar la voz de la prensa!.

Vaya como ejemplo la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que prohíbe que la legislatura haga ley alguna con respecto a la adopción de una religión o prohíba la libertad de culto, prensa, de reunión o petición. Para ellos la libertad de prensa es sagrada, como debe serlo para los argentinos.

Es de esperar que casos como el nombrado, por sobre las razones que asistan a quienes promueven este tipo de medidas, no se repitan, y que sea el mismo gobierno el que garantice a toda costa! la libre expresión de los medios, y el derecho del pueblo a informarse.