sábado, 28 de mayo de 2011

UN CASARES QUE YA FUE

El de las puertas abiertas y los autos con las llaves puestas

Los tiempos han cambiado, y con ellos las costumbres, aquellas que hacían a la genética de nuestra comunidad, que se trasmitían de generación en generación como un legado, mostrando nuestra idiosincrasia de pueblo chico, en el que todos nos conocemos, cultivamos la buena vecindad y practicamos una política de puertas abiertas, de confianza mutua, seguros de que como decían nuestras abuelas, “nadie se va a quedar con lo que no es suyo”. Costumbre que se extendía a dejar los autos con las llaves puestas o en marcha, si el trámite que realizábamos no nos demandaba demasiado tiempo. Costumbre que hoy todavía es frecuente, pero que las circunstancias no aconsejan.

La inseguridad cotidiana, el auge de robos y hurtos, y la falta de una respuesta adecuada por parte de justicia, nos han obligado a modificar nuestras costumbres, resignando aquellas ventajas de las que gozábamos por vivir en una comunidad pequeña.

Días pasados dimos cuenta de un hecho policial referido al hurto de un automotor en pleno centro de la ciudad. Un joven vecino bajó de su auto para hacer un trámite, dejándolo con las llaves puestas. Un delincuente atento aprovechó la circunstancia, se subió al auto y lo hurtó, alejándose velozmente en dirección a una ciudad vecina por la ruta. Quiso la suerte que gracias a la rápida y efectiva acción policial, el delincuente lograra ser interceptado luego de una espectacular persecución, y recuperado el ve-hículo. En otra circunstancia probablemente el damnificado no lo hubiera recuperado nunca, como ya ha sucedido en otras oportunidades.

Esto nos enseña que así como ya no se pueden dejar abiertas las puertas de nuestros domicilios, y cada vez que salimos es preciso tomar distintas precauciones que brinden seguridad, con nuestros autos debemos hacer lo mismo. Sacar las llaves, cerrarlos si es posible y jamás dejarlos en marcha. Siempre hay algún delincuente a la espera del menor descuido. La oportunidad hace al ladrón, reza el meneado dicho. No demos oportunidades, el ojo atento debe ser el nuestro, aquel Casares, el de las puertas abiertas, ya fue.