sábado, 8 de octubre de 2011

EDITORIAL

Como en el siglo pasado, dependemos del tiempo para llegar a los pueblos del interior

Una vía de comunicación rápida y segura que comunique a los pueblos rurales con sus cabeceras de partido ha dejado ya de ser un privilegio para convertirse en una necesidad. Y sin embargo, como en el siglo pasado, seguimos dependiendo del tiempo para llegar a las localidades del interior.

Sólo quienes viven en la zona norte de nuestro partido saben de la importancia y del cambio que ha significado para sus vidas la concreción de la ruta 50. Una ruta que, como comentáramos en edición anterior, llevó décadas de trámites, gestiones y todo tipo de reclamos hasta su realización.

Hoy en día los habitantes de localidades como Mauricio Hirsch, Moctezuma o Smith, han dejado de depender del tiempo para llegar a nuestra ciudad, o programar reuniones, fiestas o lo que fuera. Por su parte, los propietarios de campos en esa zona han visto también solucionados en gran parte los serios problemas de comunicación que se presentaban los días lluviosos. Y a tal punto es importante esa ruta que los vecinos de partidos vecinos, sea de Lincoln o de 9 de Julio, la utilizan como salida a la ruta 5 e incluso han cambiado modalidades comerciales, centrando parte de sus actividades en nuestra ciudad en lugar de hacerlo en sus ciudades cabeceras.

Algo que ocurre a la inversa con nuestras localidades de la zona sur, que tienen mejores vías de comunicación con Pehuajó y Bolívar, centrando en esas localidades sus actividades comerciales.

Y ahora Ordoqui. Una localidad que cumple 100 años y espera celebrar tamaño acontecimiento con todo el brillo que se pueda imaginar, plasmado en el reencuentro de sus ex-residentes con quienes aún estoicamente siguen poblando esa centenaria localidad. Y el tiempo les es esquivo, miran hacia el cielo, tienen que tomar la decisión heroica de realizar igualmente la fiesta rogando que no llueva más, o que al menos la anunciada y ansiada lluvia, ¡valga la paradoja!, les dé un resuello para no tener que abortar esa fiesta grande en la que la comisión organizadora ha invertido tanto trabajo y sus pobladores tantas ilusiones.

¿Tendrán noción los gobernantes que de una ruta depende que un pueblo no se extinga, que sus pobladores no deban desarraigarse, y que poco a poco sus tradiciones y sus historias queden reducidas a la nada?.

El reclamo por la extensión de la ruta 50 hacia el sur ya lleva décadas. Incontables reclamos, incontables promesas, los años que pasan, la gente que se va, las ilusiones que mueren. Hoy Ordoqui es un palmario ejemplo de ese dramático panorama que enfrenta por un lado a los que padecen una situación que se remonta en el tiempo, y a quienes insensibles a esos reclamos posponen y posponen la realización de una obra tan imprescindible e impostergable.

Quienes en campañas políticas ensayan frases poéticas para referirse al hombre de campo, a los pobladores de zonas rurales y reivindican el trabajo y el sacrificio de los campesinos, deberían saber que está en sus posibilidades como gobernantes o futuros gobernantes, el concretar obras que mejoren sus vidas, que los arraiguen y les brinden las mismas posibiliddaes con las que cuentan los habitantes de los centros urbanos.