sábado, 2 de octubre de 2010

EDITORIAL

No es justo poner en duda la eficiencia de los Bomberos Voluntarios

No vamos a hablar de nada nuevo y menos aún original. En repetidas oportunidades hemos escuchado que los Bomberos Voluntarios tardan demasiado tiempo en llegar al lugar del siniestro al que han sido convocados. Y el motivo de esta nota tiene que ver precisamente con un comentario similar vertido días pasados en oportunidad del trágico incendio que cobrara la vida de un joven de 26 años. Fue un comentario en voz baja, desde el entorno de los damnificados, y más que la realidad lo que resume es la lógica impaciencia de quién espera como un chasquido de dedos, la inmediata presencia de los fieles servidores públicos.

¿Pero cuánto es demasiado?. 15 minutos pueden parecer una eternidad cuando está en juego una vida, los bienes materiales o la seguridad. El reloj conque se miden esos instantes dramáticos se pone en marcha cuando las señales del siniestro son inequívocas. Humareda densa, llamaradas, una explosión, en fin, índices que nos dicen que es necesaria la presencia de los profesionales en sofocar el fuego. Han pasado ya varios minutos. ¿Cuántos?, tal vez 5, seguramente 10 hasta que alguien llama telefónicamente al cuartel. Del otro lado reciben la llamada, escuchan, toman nota de la dirección y luego le piden a quien llamó el número del teléfono del cual están hablando, para confirmar la llamada. Acto seguido el cuartelero hace sonar la sirena, convoca a los bomberos y una vez integrada una dotación, esta parte rumbo al lugar del siniestro. ¿Cuántos minutos pasaron?, probablemente otros 15 o en algunos caso tal vez menos, pero de todas maneras desde la llamada inicial hasta la llegada de los bomberos, siempre que sea un incendio en la planta urbana, pasan no menos de 20 minutos, y algunas veces algo más.

El más experto de los equipos de mecánicos de la Formula 1 demora entre 2 y 4 segundos en cambiar las cuatro ruedas de un coche, pero el auto tarda desde su entrada a boxes hasta su retorno a la pista, alrededor de 30 segundos. Una eternidad de la que depende el triunfo de un competidor. La eficiencia de un equipo solo puede medirse en esos 3 ó 4 segundos, el resto es para todos igual.

Con esto queremos decir que no nos parece justo poner en duda la eficiencia del cuerpo de Bomberos Voluntarios. Hay preciosos minutos que son los que marcan la verdadera demora, y tienen que ver con la rapidez en hacer el primer llamado, la comprobación de dicha llamada (quienes llaman de un celular no suelen recordar su número) y la distancia del cuartel de bomberos al lugar del siniestro.

Los bomberos locales están suficientemente entrenados como para actuar con absoluta celeridad, pero hay tiempos que no pueden obviarse. Achacarles la responsabilidad de la tardanza excesiva, es no comprender como funcionan. No obstante debemos tolerar y comprender que el reloj de las víctimas funciona con la celeridad que les imprime la angustia, y el imperioso deseo de la presencia salvadora.