miércoles, 24 de septiembre de 2008

EDITORIAL

HAY FORMAS DE LOGRAR QUE LOS MENORES NO CONSUMAN ALCOHOL

Muchos bajan los brazos y aceptan que los menores hacen la «previa» con abundante cerveza, vodka o lo que fuere, que luego van a los boliches y terminan allí de emborracharse, y que por consecuencia lógica de esa desmedida ingesta de alcohol, se producen las peleas y disturbios por todos conocidos. Sin embargo hay formas de lograr que los menores no consuman alcohol, por lo menos aquellos que pretender ir a bailar y finalizar la noche en compañía de amigos o sus parejas. ¿Cómo?. Disponiendo la comuna, a través de una ordenanza, la comparencia de inspectores municipales acompañados de un policía en la puerta de entrada a los lugares bailables a los que concurre habitualmente la juventud, para que le realicen a cada joven un test de alcoholemia como los que se les hacen a los automovilistas en las rutas. Así se puede saber que aquellos que entran no han tomado alcohol, y luego vigilar que adentro de los locales no se expendan bebidas alcohólicas. De esa forma, aquellos jóvenes que quieran salir a bailar no tomarán alcohol y tampoco adentro de los locales. Esa medida se tendría que reforzar con la prohibición de vender entradas luego de las 3 de la mañana, o tal vez antes, a fin de lograr que los asistentes a los locales bailables lo hagan más temprano. Obviamente que estas sugerencias son factibles de ser mejoradas para un mejor resultado. Un test de alcoholemia a la entrada de las bailables sería fundamental para determinar el grado de intoxicación alcohólica que presenta cada chico antes de entrar a un local, si es que ha ingerido con anterioridad bebidas alcohólicas . De esa manera se desvirtuaría también la excusa de los empresarios de la noche, que aseguran que los chicos ya entran «tomados» a sus locales.

Que algo hay que hacer, lo sabemos todo. Quedarnos de brazos cruzados y aceptar que hoy los jóvenes toman, se drogan y se matan a golpes en riñas por cualquier motivo, será aceptar el fracaso de una sociedad que se ve jaqueada por los excesos y que no se moviliza para buscar una solución.