sábado, 27 de septiembre de 2008

EL REY DE LOS CIELOS

Clarín TITULA A TODA PÁGINA

"El Rey de los Cielos vive en Casares"

Hablar de Jorge Malatini, ya sea en su faz deportiva o como vecino de esta ciudad, es para los casarenses algo de todos los días. Se lo admira por sus proezas acrobáticas como aviador, se le reconoce su predisposición y solidaridad para colaborar con nuestras instituciones, en la faz comercial se lo ve como a un profesional experimentado, y como vecino es un tipo macanudo. Pero eso no quita que igualmente nos asombremos cuando una parte de esas capacidades le sonreconocidas y destacadas a nivel nacional. Precisamente en el suplemento «bueno» incluido en la edición del diario Clarín de ayer viernes, en su sección «Historias & Personajes», le dedica una extensa nota a toda página a Jorge Malatini, la que reproducimos a continuación:

A los nueve años, edad en la que la mayoría de los chicos se desvelan especialmente por jugar a la pelota, él ya lavaba aviones y era banderillero en el aeroclub de su ciudad. Hoy, algunas cosas no cambiaron para Jorge Malatini: sigue ins-talado en Carlos Casares –lugar que nunca abandonó- y, por supuesto, no perdió la pasión por cualquier medio de transporte aéreo. “Volé de todo y tengo licencias de aeroaplicador, instructor de vuelo, planeador, helicópteros, ultralivianos, parapentes, paracaidista y remolcador de planeadores”, cuenta. Y asegura que nadie influyó en lo que es su pasión: “Me atrajo desde muy chiquito. Siempre me la pasaba mirando el cielo. Pero nunca imaginé llegar a hacer todo lo que hice”.

Y su currículum avala la frase: con sólo 17 años, allá por octubre de 1974, hizo el curso de piloto de avión, y se dedicó a la fumigación aérea en su ciudad. Ese sería sólo bautismo para una trayectoria que incluye, por ejemplo, un período como piloto comercial; desde 1980 voló, para Aerolíneas Argentinas, Boeing 707, Fokker F-28, y B-747. En total, acumula más de 25 mil horas en el aire. “Mi mayor satisfacción en ese período fue poder conocer los cinco continentes”, recuerda.

Sin embargo, lo que más le gusta, sin dudas, son las exhibiciones acrobáticas. Para capacitarse en este rubro, Malatini realizó en 1980 un curso en los EE.UU. y, al regreso, se convirtió en instructor de esta disciplina durante varios años, con alumnos como Marcos Di Palma. “Y sí, es un personaje, ja, ja. Pero, ¿Sabés algo? Nos hicimos muy amigos y cuando estamos solos, la verdad, es muy tranquilo”, aclara el campeón de Acrobacia Aérea de competencia en el ’88, ’90 y 91, y subcampeón de planeadores en Tandil en el ’88.

Sólo se trata de crear

Respecto a la acrobacia, justamente, aclara que “los reglamentos sirven de muy poco para definirla.

De igual manera que cada piloto podría escribir un libro contando cómo se hace, no se encontrarían dos explicaciones ni siquiera similares, porque para cada uno es algo diferente”. Y justifica: “Es un vuelo tan ilimitado como la imaginación del hombre”.

Malatini también integró el “Centro de vuelo artístico” (duró cinco años y fue el primer equipo de acrobacia en el país), con el que realizó más de 670 exhibiciones entre el ’91 y el ’96. Y hoy, a sus 51 años, es uno de los pilotos de acrobacia más importantes de nuestro país que hizo demostraciones en Fórmula 1, TC y TC 2000. Además de participar en diversos cortes publicitarios: “Yo estoy siempre: soy como la sal gruesa en el asado, ja, ja”, ejemplifica.

Pero cuando no anda por el cielo, este vecino de Carlos Casares no ocupa su tiempo, precisamente, en sentarse tranquilo en un sillón y mirar la televisión…

“Me gustan las actividades que suelen calificarse de riesgo. Acompañé en T.C. a Norberto Fontana, Juan Manuel “El Pato” Silva, Guillermo Ortelli y Marcos Di Palma. Y también fui navegador de Rally de cupecitas de T.C., donde me coroné Campeón Argentino en el ’90 y el ‘91”.

Un lugar común, entonces, diría que a Malatini le atrae la adrenalina. Y si se toma en cuenta, además, que sus otros hobbies son el paracaidismo y el parapente, eso parecería ser así. Sin embargo, y aunque no lo desmiente por completo, aclara que “para mí es más seguro volar que andar en auto”. Y agrega que “el que ve mis maniobras puede pensar que soy arriesgado. Yo sé que mi estilo es agresivo. Pero tengo experiencia y no hago cosas de las que no estoy seguro”. Así vive él: con la mente en el aire, pero los pies sobre la tierra…