sábado, 15 de agosto de 2009

EDITORIAL

CANILLAS PÚBLICAS, UNA ANTIGUA SOLUCIÓN POPULISTA PARA BARRIOS CARENCIADOS

Antes que nada debemos dejar aclarado que de ninguna manera esta publicación ha querido descalificar una carta conteniendo una propuesta o proyecto de los concejales electos de Unión Pro recientemente presentada en la última sesión del Concejo Deliberante. La misma encierra un pensamiento fundamentalmente solidario, que apunta a aquellos sectores de la población que no están en condiciones de comprar agua envasada, ofreciendo una solución temporal para que cuenten con agua potable gratuita hasta tanto la empresa solucione el grave problema que aqueja a toda la comunidad.
En lo que difiere nuestro pensamiento, es en un concepto básico que tiene que ver con la política en sí, y especialmente de las empresas, que privilegian sus economías y no vacilan en dilatar la realización de obras costosas o complejas, sin tener en cuenta el daño, ya sea ecológico o humano, que pudieren causar. Tal el caso de lo que acontece con el tema del agua en Carlos Casares, cuya empresa proveedora desoye o al menos dilata los reclamos de la población de soluciones inmediatas y estructurales, enredando en una burocracia sin límites al gobierno comunal, incluso al provincial y a las instituciones y organismos que que se suman a los reclamos.
Proponer una solución precaria y de dudosa efectividad como la instalación de canillas públicas es darle aire a la empresa para que se ocupe en dar respuesta a la propuesta aludida, y dilatar aún más la de fondo, tirando la pelota para adelante, como quien dice, con la excusa de que están satisfaciendo los pedidos de la comunidad.
No son los usuarios, ni las instituciones, ni siquiera el gobierno comunal, el que tiene que llevar propuestas o proyectos. Es la empresa concesionaria la que debe hacer lo que corresponde para que el agua que llegue a cada hogar sea potable. Caso contrario, como adelanto de tapa, vamos a recurrir a soluciones cavernícolas, en un mundo que se presume de moderno.
Las canillas públicas fueron una antigua solución populista para barrios carenciados sin servicios. Hoy no podemos pensar en eso, hacerlo sería retroceder peligrosamente. El dotar a la comunidad de los servicios básicos esenciales para lograr una óptima calidad de vida, ya no se discute. Debemos desechar la garrafa para cocinar, los pozos ciegos, la canilla pública y otros males que la modernidad ha superado. Además sería exponer a la vista de todos, quienes son los que pueden y se proveen de agua mineral, y quiénes deben acudir a las canillas, balde en mano, para tener acceso al agua potable. Las diferencias sociales existen, a qué negarlo, pero de ahí a mostrarlas de esa manera, no tendría sentido.