sábado, 19 de marzo de 2011

editorial

EL AGUA POTABLE NO ES RADICAL PERO TAMPOCO PERONISTA.

Dicen que el «órgano» más sensible del cuerpo humano es el bolsillo. En cambio el de los políticos pareciera ser la arrogancia, no por orgullo o gallardía sino por esa facultad innata que tienen de atribuirse o apropiarse de algo cuando en realidad solo les corresponde una parte, pero como son incapaces de compartir, se la disputan con fiereza ignorando que al pueblo, a la gente que ellos representan, solo le importa que las obras se hagan, no quien es el que las hace o las gestiona.

Valga el introito para referirnos a la anunciada obra de agua potable de las localidades del interior bonaerense. Unos y otros, el oficialismo y la oposición, se «arrogan» su gestión y el éxito de la misma. Unos porque dicen que fueron los primeros en solicitar la obra, otros porque aseguran que fueron los que lograron que la misma se incluya en el plan de obras provincial, y ambos intentando llevar agua para su molino (valga la paradoja), con intenciones puramente electoralistas.

El agua potable no es radical pero tampoco peronista. Y esto lo hemos dicho en esta sección en otra oportunidad. A las comunidades que carecen de ese vital servicio no les interesa demasiado quien se los consigue, el asunto es que se lo consigan. Se sabe que ambas fracciones políticas realizaron gestiones ante los organismos provinciales. Enhorabuena, las obras fundamentales tienen que encontrar la coincidencia de los políticos para tratar de convertirlas en realidad. Los habitantes de Bellocq, Smith, Ordoqui, Hortensia y el resto de los pueblos del campo esperan que los políticos, sea cual fuere su color o bandería, los escuchen y, de ser necesario, consensúen políticas para satisfacer sus necesidades.

No decimos nada nuevo, pero...estamos en tiempos electorales y hasta es comprensible que las fracciones se «arroguen» las obras. Lo importante es que se hagan, y en el caso del agua potable, una obra fundamental, que sea cuanto antes.

Llegará el día en que las obras sean fruto de la labor conjunta de los representantes del pueblo. Que compartan el éxito y la alegría de la gente. Y que dejen librado a los vecinos la sensibilidad de distinguir quién es el que más trabaja, mejor gestiona y merece ser quién los gobierne. No se olviden los señores políticos que el pueblo ve detrás de las fotos. ¡Y vaya si lo ve!, a diario se observan sobrados ejemplos de que así sucede.