sábado, 24 de septiembre de 2011

EDITORIAL

MÁS QUE BUSCAR RESPONSABLES O CULPABLES, DEBEMOS AYUDARNOS ENTRE TODOS

En el ranking de las mayores preocupaciones de los argentinos, a nivel nacional la inseguridad va a la cabeza. Aquí y en La Quiaca, como podría graficarse la gran debilidad global de la Argentina. Tanto en Casares como en nuestros vecinos, como en el Gran Buenos Aires, las provincias o la Capital, la falta de seguridad es el problema central. Un problema de todos, y como tal debemos intentar erradicarla entre todos. Ya no basta con decir que son la nación o la provincia las encargadas de brindar seguridad a los ciudadanos. Sabemos que no podemos esperarlo todo de los poderes centrales, y así parecen haberlo entendido las comunas, que se suman a la lucha contra la inseguridad incorporando brigadas o guardias urbanas, saturando de cámaras las ciudades y trazando campañas preventivas concientizando a los vecinos sobre el gran mal que azota estos tiempos. Y aún así no alcanza, el enemigo es poderoso, audaz, ingenioso y cruel. Nada parece detenerlo, o casi nada, ya que si los vecinos colaboramos haciendo aún más difícil la tarea de los delincuentes, es mucho lo que se puede hacer. ¿Qué barreras encontraron los sujetos que perpetraron los últimos ilícitos en nuestra ciudad?. Prácticamente ninguna, pocas medidas de seguridad, sin alarmas, ventanas y puertas fáciles de violentar.

Tendremos que tragar saliva, olvidarnos de la tierna historia de aquel Casares de puertas abiertas, de la llave en la maceta, del exceso de confianza. Y optar por elementos de seguridad como las trabas, cerraduras más confiables, rejas, alarmas y todo aquello que sirva para resguardar lo que tanto nos costó y nuestra propia tranquilidad.

No veamos fantasmas políticos sea, pre o pos electorales, porque entonces sí vamos a estar dándole una mano a los malos. Simplemente unámonos en una cruzada contra el mal de estos tiempos que es la inseguridad. Usemos el ingenio, aportemos ideas, hagámolse las cosas difíciles a la delincuencia.

Seguramente hará falta más, una justicia menos garantista, más comprometida con los derechos de los buenos, que tenga en claro que ya nadie está libre de convertirse en víctima. Ni siquiera los jueces.

Hagamos algo, pero todos juntos, la inseguridad no tiene religión ni ideología, más que buscar responsables o culpables, ayudémonos entre todos.