miércoles, 5 de octubre de 2011

GUARDÓ UN SECRETO 40 AÑOS...


La demolición de una esquina dio lugar a una confesión

La esquina de Rivadavia y Las Heras, frente a nuestra redacción, ha sido demolida. Esa propiedad, perteneció a la familia Guirado, siendo su última heredera la vecina Carmen Guirado de Morán, que acaba de venderla a un vecino de esta ciudad, el que tiene en sus planes construir una agencia de automóviles y motos.

UNA CONFESIÓN

Una persona conocida de esta redacción se detuvo para observar atentamente las tareas de demolición, y al conversar con uno de nuestros cronistas le dijo: «Aquí vivió muchos años el peluquero Guirado. Tenía un hijo que fue policía y una hija que estuvo casada con el electricista Morán. El policía Guirado, con el cual yo tenía cierta amistad, falleció en un accidente en la ruta 5. Si mal no recuerdo lo atropelló un camión cuando junto a otros policías hacía un operativo de tránsito. Pobre, era muy bueno, los dos éramos grandes y solteros, y a veces solíamos conversar. Yo tengo una historia...»

LOS NUEVOS TELÉFONOS

«Cuéntela, dele...» le dijo nuestro cronista, y el hombre tras reflexionar unos segundos, manifestó: «Bue...total, pasaron tantos años, creo que por lo menos cerca de 40, yo tenía en ese entonces 36 años... Le decía que al policía Guirado lo mató un camión en la ruta. Yo fui al velatorio, fue en su casa, aquí enfrente, recuerdo que el cajón con el pobre finado estaba en una pieza y a cada lado sentados en dos sillas estaban sus pobres viejos. Ni una corona, nada, pensar que el hombre había muerto cumpliendo su deber... En esa época hacía muy poco que se habían inaugurado los teléfonos automáticos, antes eran con telefonistas, a las cuales había que pedirles el número que uno quería comunicarse, y no había privacidad. En cambio con los automáticos solo había que discar... Recuerdo que me fui muy triste y pensando del velatorio... fui hasta el Club Sportivo al que iba todas las noches y allí se me ocurrió una idea. Miré la guía, busqué el teléfono de una conocida florería que ya no está más, marqué el número, y haciéndome pasar por el comisario le dije que le enviara dos coronas al velatorio del policía Guirado, una a nombre del comisario y otra del personal. Pero que la del comisario sea más importante. Antes que el florista me preguntara le dije que las pase a cobrar después del sepelio por la comisaría. Esa noche me fui a dormir y a la mañana temprano di una vuelta por el velatorio. Allí estaban las dos coronas, una a nombre del comisario, con un copete más grande y la otra a nombre del personal de la comisaría. Me sentí contento por Guirado que se lo merecía, y un poco triste por el florista, que seguramente no pudo cobrar su trabajo...»