miércoles, 14 de mayo de 2008

NOTA AL PADRE DANIEL

Cura párroco saliente de nuestra comunidad

“Ha sido un verdadero regalo de Dios haber vivido y servido en esta comunidad”

-¿Hay alguna novedad “oficial” o “extra-oficial” acerca del nombre del nuevo cura párroco y de la fecha de su llegada?

-El obispo no está en el país. Oficialmente, se ha anunciado en la circular con las informaciones diocesanas, que el 16 de julio asumiría el nuevo párroco aquí en Carlos Casares. También me han dicho que debo estar en Trenque Lauquen el 25 de ese mes.

-¿Qué balance se puede hacer de estos años transcurridos en nuestra parroquia?

-Apelando al vocabulario de la psicología, te diría que he hecho una “negación”. Todavía no me he puesto a pensar detenidamente ni en la partida ni en la llegada a la otra comunidad. Son una buena porción de la propia existencia. Antes que un balance, un primer paso es, delante de Dios, hacer un examen de conciencia no sólo personal sino también -digamos- “pastoral”, de la tarea, de lo que se hizo o se dejó de hacer. Pensemos también que, para no ser tan parcial y subjetivo, hay que tener en cuenta la opinión de los demás y para ello debemos tomar cierta distancia de los acontecimientos. Esperar -como se dice- el juicio de la historia. ¡Que no sabés muy bien quién lo hace! En todo caso el definitivo, el que cuenta realmente, es el de Dios.

-Que no sea con “mea culpa”…

-¿Por qué no? Indudablemente en todo proceder humano hay errores, equivocaciones, y es de cristiano, pedir perdón, enmendarse y reparar. Esta, precisamente, ha sido una intuición, propuesta y gesto de los más lúcidos y valientes de Juan Pablo II: a 2000 años de Cristo pedir perdón por los pecados del cristianismo, de la Iglesia a lo largo de la historia. Y eso es un ejemplo a seguir por las comunidades cristianas y sus responsables.

-¿Qué recuerda como positivo?

-Repito que no he tenido tiempo de entrar en detalles. Pero ya te puedo decir que el hecho de haber convivido y servido en esta comunidad durante este tiempo es un verdadero regalo de Dios. No porque todo haya sido “color de rosa”, exitoso, que haya salido “a pedir de boca”, sino porque todo lo vivido -lo aparentemente malo y lo aparentemente bueno- bien elaborado, te da una riqueza y experiencia muy grande. Sin lugar a dudas es más lo que recibís que lo que alcanzás a dar. Te puedo asegurar que he vivido como propias las vicisitudes de nuestro pueblo en estos años: sus problemas, penas y alegrías han sido también mías. Y más de una vez me he quejado, y he tenido ganas de salir disparando… Te cuento algo personal.

-¿Sí?

-Me pone mal, me molesta mucho, cuando escucho decir “Yo no piso la iglesia porque lo que van allí son peores que yo”. Es una excusa y es injusto. Nadie niega las atrocidades cometidas por los cristianos a lo largo de la historia, ni los errores presentes. Pero no es el caso de la gente que participa y colabora en nuestra parroquia. Tiene -tenemos- defectos, debilidades, miserias, pero en su gran mayoría son gente de buena fe, de muy buena voluntad, generosos y serviciales, sanos, ricos espiritualmente, que no se avergüenzan de ser cristianos, intentan cada día vivir su fe, ser consecuentes con lo que predican. Y esto es una riqueza, un capital tal vez poco valorado por los demás. Todo trabajo apostólico en la parroquia se realiza voluntariamente: no hay rédito económico, ni prestigio, ni muchas ventajas. Es para generosos. Ahí tenés algo más que positivo.

-Cuéntenos algo más en detalle.

Pienso, me refiero, por ejemplo a ese grupo numeroso de catequistas, la mayoría mujeres, encargadas de transmitir, educar en la fe a una generación tras otra. ¡Seríamos analfabetos en la fe o supersticiosos o incrédulos si no fuese por su servicio y testimonio! Pensá en la gente de Cáritas, el ropero, el comedor infantil, que silenciosa pero eficazmente, funciona cada fin de semana. La colecta anual fue una de las más altas de la zona. Pensemos en las sucesivas comisiones pro templo a quienes tanto costó recaudar los fondos para reparar el techo, luego el piso. Tengamos presente también a las comisiones de los pueblos que mantienen y han ido arreglando sus capillas: Bellocq, Smith, Cadret, ahora Hisrch, Moctezuma está levantando un salón multiuso. Pensá en quienes visitan a los enfermos y dolientes…

,Una palabra sobre lo no tan bueno.

,Dificultades, obstáculos, problemas, naturalmente los ha habido. Momentos críticos. Desde una perspectiva de fe, con un enfoque creyente, también dejan su enseñanza, son una experiencia, ayudan a crecer.

Algo que no siempre entiende la gente, incluso lo más cercanos, es que no atendemos pastoralmente sólo a la ciudad. Es toda una zona que incluye el partido y localidades de los partidos de Nueve de Julio y Lincoln, por la lógica razón de que somos los sacerdotes más cercanos. Así se da la paradoja de que no dejamos contento a nadie. Los de los pueblos porque vamos poco, apenas una vez por mes. Y los de la ciudad porque no estamos nunca. Todos tienen derecho a una atención religiosa y los más asiduos o comprometidos, por eso mismo, saber resignar alguna comodidad, por el bien de los más alejados no sólo geográficamente. La “oveja perdida” debería ser siempre una prioridad para la Iglesia.

Muchas veces he apelado al plural, al “nosotros” y es así porque en la mayoría de estos años estuve acompañado por otros sacerdotes: los padres Daniel, Diego, ahora Walter, también como residentes los padres Prieto y Luis Dielh. Han sido buenos compañeros y cada uno ha hecho su aporte. Han dado ejemplo de entrega sacerdotal. Les debemos mucho. También debo expresar mi aprecio, respeto y gratitud por las Hermanas: ellas se han preocupado mucho por mí y también, silenciosamente, sostienen varias de las tareas apostólicas de la parroquia. ¡Cuántas cosas “caerían” si faltasen las Hermanas! Tampoco puedo dejar de reconocer, de dar a conocer, la preocupación de los obispos de la diócesis. Aunque a ellos les llueven las quejas y suelen echarle la culpa de todo lo que no funciona en la Iglesia, debo decir que no hubo problema en esta comunidad al cual no le hayan hecho frente. Independientemente de la resolución ulterior, siempre atendieron, se ocuparon, acompañaron.


-Una última reflexión.

-Bueno, casi provocaste que hiciera el balance que deseabas. Más que reflexión -sería improvisada en este momento- deseo valorar también el respeto en la convivencia e inclusive la colaboración de personas que no comparten la fe católica, que pertenecen a otro credo o no son creyentes. Esto es algo no muy frecuente en otros lugares. Debemos acrecentarlo y estar agradecidos por ello.