«Peló» un revólver en un cabaret y hubo desparramo de mujeres
Una llamada al 101 (a la policía) desde un dancing, boliche nocturno o cabarute en la noche del sábado, decía que un parroquiano estaba reloco amenazando a los presentes, especialmente a las pulposas niñas que allí había, con un revólver calibre 22. El desparramo fue tal que algunos tomados quedaron frescos como una lechuguita y le imprimieron a sus pies la velocidad del keniata que ganó el maratón de Tinelli. Llegó la policía a Pueyrredón 278, sede del piringundín en cuestión, y el hombre, al que identificaron como Alejandro Fabián Medrano, de 33 años, todavía seguía con el chumbo en la mano y el dedo en el gatillo, listo para disparar. Pero, curiosamente, no había nadie, todos habían disparado, quedando en el suelo algunas sillas y copas rotas, una bombachita colorada, una alianza de casamiento que alguno se sacó porque le apretaba demasiado y un cuzco flaco que lamía un charquito de vino. El hombre fue reducido sin resistencia, llevado por la yuta de las pestañas, y a dormir la mona al Pampero. La causa dice «Amenaza, portación de arma de fuego de uso civil en infraganti delito». Las chicas hasta el otro día no volvieron. Las protegieron demasiado.