La museóloga que se encargó de rearmar la historia de los casarenses
Durante más de 20 años las piezas del museo permanecieron en el letargo hasta que el edificio destinado para que vuelva a cobrar vida fuera refaccionado. La museóloga se encargó de armar minuciosamente el Museo Histórico Municipal, el que fue inaugurado el viernes 28 de agosto.
La Museóloga. Teresa Acedo de Reinoso, en diálogo con “El Oeste”, señaló: “Desde que se levantó el Museo que funcionaba en la Sociedad Italiana, estuvieron las cosas en depósito… durmieron un largo sueño hasta que Adriana Bessone comenzó nuevamente a realizar los trámites y gestiones para volver a poner en marcha el museo.

Mucho material quedó archivado porque tuvimos que plantearlo de forma tal que fuera coherente en el orden. Por eso todo lo que corresponde a herramientas agrícolas, gauchescas, a la instalación del Pueblo Maya, a lo institucional, que hay mucho, todo eso debió quedar relegado para otro momento.
La idea de este museo es mostrar el primer momento de Casares, que es la zona de fronteras, que en nuestro partido estaba la línea del oeste del año 1869 y teníamos que comenzar con esa parte de la historia y presentar a los dos protagonistas de esa historia que era el grupo de los pueblos originarios y el soldado”.
EL TRABAJO DE LOS ALUMNOS DE
LA ESCUELA 8
“Con respecto al material que exponemos en la primera sala, de Pueblos Originarios y de Frontera, es lo que se llama el registro arqueológico, es lo que recogimos en las investigaciones arqueológicas que se están realizando en Fuerte Paz y Fortín Algarrobos desde el 2005. Este es un trabajo que se hizo con la Universidad de Rosario y la Escuela Nº 8.
En la Escuela Nº 8 existe el Museo, donde los chicos habían hecho un Club de Investigadores y se dedicaban a la preservación y valoración del patrimonio, entonces hicimos un convenio con la Universidad de Rosario, donde la Universidad hacia el trabajo arqueológico en el campo y los chicos en la escuela la limpieza del material que pudiera ser trabajado por ellos, como las partes de hierro, piedras, fichajes. Fue un trabajo muy importante porque fue la unión de un ámbito académico y un ámbito educativo de nivel primario.
La culminación de ese proyecto era armar una exposición en la Escuela 8 para el centenario del partido, el cual no pudo ser, aunque ya los chicos habían hecho parte del trabajo, el que, en parte está montado en este museo y la comunidad toda lo puede apreciar”.
UNA MUESTRA
ESTÁTICA
E INFORMATIVA
“Las vitrinas con las que cuenta el museo las estaban tirando en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, hicimos las gestiones y logramos que nos las dieran.
En un sentido, el armado del museo fue fácil porque estaba resuelto el tema de las vitrinas pero por el otro difícil porque no es lo que se usa en la actualidad en museología; ahora es más dinámica para que la gente pueda acceder a ciertas piezas, que era lo que pretendíamos.
Con estas vitrinas, que debimos remodelar por el tema luces, no podés acceder a nada, salvo en la primera donde está el taller que se hizo abierto a propósito para poder interactuar con los chicos, movilizar y trabajar con las piezas…”.
RECORRIENDO
EL MUSEO
Teresa, feliz por la tarea realizada, no ahorra detalles a la hora de describir con lo que el visitante del museo se encuentra y destaca: “Ingresas al museo y te encontrás con la parte de aborígenes y pueblos originarios donde se muestra una replica de un taller, donde se ve a un indio que esta trabajando la piedra, el hueso y marcando lo que es el aborigen en la época de la conquista, que es el aborigen influenciado por el Mapuche (proceso de Mapuchización).
Se puede ver cómo era el aborigen de hace 11 mil años en la provincia de Buenos Aires y al que estamos en contacto en 1869, que ya había perdido muchas de sus características tehuelchisanas o serranas, y había adquirido la influencia de la platería, más todo el proceso que significa el caballo, que le cambia totalmente la vida, le da más movilidad, el cuero, la comida, el remedio. Su complejo cultural empieza a estar alrededor del caballo.
También se puede observar cómo estaba influenciado por el ejército; es más, muchos de los caciques terminaron uniformados como parte del ejército. Incluso en el Fuerte Paz estaban viviendo varias tribus. Coliqueo, por ejemplo, cada vez que se enfermaba, iba a curarse al Hospital del fuerte.
Lo que se quiere plantear en esta muestra es que la frontera no fue un espacio de enfrentamiento sino un espacio de contacto serio, si bien hubo enfrentamientos no fue ni por intereses de los soldados ni del indio, sino por intereses que se manejaban desde Buenos Aires.
En los momentos donde no había enfrentamientos , que eran los más, convivían y compartían el espacio. El aborigen aprendió y adoptó muchísimas cosas del soldado y del gaucho y éstos hicieron lo propio del aborigen. En verdad conformaron una cosa única y propia, de gente que estaba perdiendo sus tierras: el soldado porque fue sacado de su lugar para venir a esta región y el aborigen porque o expulsaban de su territorio.
Esa sensación de desarraigo, de hacer un suelo propio se dio en los dos grupos y conformaron una cosa única que es esa sociedad de frontera. Después de esa historia de frontera comenzó otra historia: la llegada de los colonos y luego nosotros”.
Siguiendo con la recorrida, se pueden encontrar diferentes elementos como platería aborigen (son réplicas debido a que las originales son muy costosa), armas tanto del ejercito como de los aborígenes, vestimenta, calzado, utensilios, adornos, vasijas, entre tantas cosas que forman parte de nuestra historia.
UN COLABORADOR MUY IMPORTANTE
Continuando con su relato, Teresa Acedo se detiene particularmente en la ayuda del arquitecto Norberto Raitzin, resaltando: “Le di al arquitecto Raitzin los planos de lo que había sido el Fuerte Paz y él realizo un trabajo formidable, hizo la maqueta no sólo mostrando cómo era el fuerte, sino que además le puso las líneas de profundidad y de altura del mismo, lo que fue muy importante para los trabajos a futuro ya que después de esa maqueta los arqueólogos pudimos ver muchas cosas que no habíamos visto en el sitio, como por ejemplo que toda la parte de la comandancia alta (mayor rango) del fuerte estaba precisamente en la parte más alta y no pasible de inundaciones del mismo. Muchos datos importantes salieron a raíz de la realización de esta maqueta. Se puede observar lo grande que era la ciudadela, la cual junto a un pueblecito de las cercanías había más de 1200 personas habitando el Fuerte Paz, era un asentamiento muy importante, el que tenía hospital, escuela, pulpería, entre otras cosas… Quiero agradecerle puntualmente a Norberto porque hizo un trabajo formidable que nos permitirá seguir trabajando con mayor precisión”.
LA PULPERÍA Y MILES DE RECUERDOS
“La parte del boliche o pulpería es la más vivencial… la gente la toma como más propia, se siente involucrada, protagonista, se ve como parte de la misma. No tiene casi nomencladores lo que se exhibe, es interactiva, se hace a través del relato de lo que conoce el que esta recorriendo el lugar y la devolución de quien está guiando la visita…El visitante te va contando lo que conoce y uno le va completando sus conocimientos…
Mucha gente que recorrió la parte de la pulpería se emocionó muchísimo al ver cosas que marcaron parte de su vida, como la reja del mostrador del almacén de Pignata, o las puertas de la Farmacia de la Sota. Esto es todo muy lindo porque se rescataron muchas cosas que son muy caras a la memoria de los casarenses”.